Cd. Victoria, Tam.- Enseñanza de vida. ¿Cuántas oportunidades tuvo YASMÍN ESQUIVEL MOSSA de afrontar su problema con la prudencia necesaria, antes de que se convirtiera en pesadilla infernal?
Podríamos pensar en una fecha, por ejemplo, aquel miércoles 21 de diciembre cuando GUILLERMO SHERIDAN detona el escándalo, al revelar sus hallazgos en la tesis que dio soporte al título de licenciatura por la UNAM y la correspondiente cédula profesional de la SEP (“Una ministra pasante”, portal LATINUS, https://tinyl.io/7ikn).
Vicio al que antes llamábamos calca vulgar. Aquellos libritos hechos de material ajeno, armados con tijera y engrudo, después con Pritt. Práctica que en la era digital conocemos hoy como “copy & paste”, copia y pega.
En una palabra, plagio, aunque también le podríamos llamar robo, término bastante más conocido y claro que cualquier persona puede entender.
La señora aspiraba a ser ministra presidente del Poder Judicial, en proceso selectivo de carácter interno que tendría lugar trece días después, el lunes 2 de enero.
La bomba mediática le estalló en la víspera. En pésimo momento, ciertamente, timing negativo, con un reducido margen de maniobra y la mirada del país encima.
Como mujer pensante tendría que haber vislumbrado los efectos en cadena que esto supondría. La pillaron y no había manera de defenderse. Inocultable el agandalle, a ojos vistos. Hasta un niño de primaria podría identificar la similitud de textos en toda la obra.
Dama poderosa, amiga personal del presidente, casada además con el magnate de la construcción JOSÉ MARÍA RIOBOO, contratista estrella de LÓPEZ OBRADOR desde que este fue jefe de gobierno capitalino. Hombre de negocios tozudo, exitoso, ganador nato.
El plagio es tan burdo, obvio, elocuente, que no requiere el concurso de un lingüista forense para desenmascararlo y ella lo sabía.
DEFENSA INVEROSIMIL
Cabe imaginar las tribulaciones que pasaron por la mente de YASMÍN y preguntar además si contempló opciones o simplemente se plantó en la negación que hizo pública desde un principio y se reduce a su frase favorita: “nada de qué avergonzarse.”
Negación que además se condimentó con otros mecanismos de defensa como desviar la culpa, donde el sujeto plagiado fue etiquetado de plagiador y ella (plagiaria) sería la víctima.
Siendo estudiosa de las leyes (que no abogada porque para ello se necesita título legalmente válido) la susodicha olvidó la frase aquella de “primero en el tiempo, primero en derecho”.
La fecha de su trabajo es posterior (que pena) a la de su contraparte. Luego alegó que los primeros esbozos de la tesis habían sido subidos al servidor de la UNAM en calidad de proyecto y que de ahí habrían sido copiados de manera temprana por la otra persona.
Mentira sobre mentira. La red informática universitaria a la que hizo referencia no existía en esos tiempos. Pantanosa situación de la persona culpable que insiste en justificarse y también en confrontarse. Entre más patalea peor se hunde.
¿Para qué seguir adelante?… ¿pasó por su cabecita la sapientísima opción de aceptar la derrota y renunciar a sus aspiraciones de convertirse en presidenta de la Corte?… Esperamos que algún día lo cuente.
Vaya espiral negativa, la suya. De tal terquedad y tamaña insistencia han derivado problemas ulteriores, sin duda peores. No solo fracasó en su propósito de suceder al ministro ALTURO SALDIVAR en la presidencia del Poder Judicial, sino que el asunto puede llegar a más. Es decir, a peor.
Ya está en la lona y sin embargo aún tiene mucho por perder. Su condición de ministra, por ejemplo, aunque también el título de licenciatura y la cédula profesional. ¿Tendremos que llamarla bachiller?
Más grave aún, acaso en alguna de sus clases de derecho se haya enterado de que el plagio es un delito tipificado y sancionado por la legislación vigente.
Que la autoría de un texto es un bien intelectual cuya sustracción constituye una falta tan obvia como despojar del carro a un vecino. Del televisor o la cartera.
PLEITO INNECESARIO
De recular a tiempo en aquellos días finales de diciembre (con renuncia y disculpa incluidas) el caso pudo haber perdido fuerza en los medios, pasar a segundos y terceros planos para luego desaparecer en el alud cotidiano de noticias.
Pero su necedad mantuvo vivo el tema dentro del imaginario colectivo, en la opinión pública. Ella insistió en ser noticia satanizando a quienes la criticaron.
Se enfundó en un disfraz de víctima poco (o nada) creíble y que (la verdad) le quedaba muy apretado. Traje mal hecho al que se le rompen las costuras. Afloran lonjas y cicatrices.
Ante gente así, empeñada en contradecir el más elemental sentido común, la reacción de la prensa es seguir buscando subtemas nuevos, escarbar, desentrañar. Tan nociva ha sido su obstinación que hasta el marido rico, el CHEMA RIOBOO, está pagando los platos rotos.
A los contratos millonarios de RIOBOO ahora le fue descubierto un intento por torcer la justicia en contra de una nuera a la que acusa de homicidio, aunque lo que en verdad pelea es una herencia. Cualquier parecido con el caso GERTZ MANERO es más que simple coincidencia.
Los observadores relacionan dicha prisa de YASMÍN por empoderarse en la Suprema Corte, con la necesidad que tiene su cónyuge de fallos favorables en el pleito legal contra la nuera. Hay bienes en litigio, propiedades, riqueza.
Sobre este particular recomiendo un artículo publicado en EXCELSIOR este jueves 19 de enero por el doctor LUIS DE LA BARREDA SOLÓRZANO, señorón de las ciencias jurídicas, laureado académico de indiscutible autoridad intelectual y moral. (https://tinyl.io/7ioS).
Pero cabe volver al tema de las primeras líneas, ¿cuántas broncas pudo haber evitado la pareja RIOBOO-ESQUIVEL de aplicar a tiempo el control de daños, asimilar el golpe con la dosis necesaria de humildad y retirarse en etapa temprana del pleito?
Enseñanza de vida, por supuesto.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com